Moderación y responsabilidad

OPINIÓN

Imagen de archivo de botellas de alcohol
Imagen de archivo de botellas de alcohol EUROPA PRESS | EUROPAPRESS

15 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Veinticinco asociaciones científicas han hecho público un manifiesto en el que se posicionan con un compromiso para la prevención del consumo de alcohol y sus consecuencias. En el preámbulo del manifiesto señalan a eso del consumo moderado o responsable, que son las palabras completamente vacías mediante las cuales la todopoderosa industria del alcohol, solo un poco mejor que otros cárteles, pretende dotarse de una pátina de responsabilidad al mismo tiempo que la trasladan en su totalidad al consumidor, como si los que beben o los que bebimos no tuviéramos claro que diez cubatas un sábado es consumo moderado. La desaparición de estas nefastas palabras que vemos en todos los anuncios de alcohol se quedó fuera del proyecto de ley al ser un asunto que depende de Bruselas.

El manifiesto da en el clavo al señalar lo de la moderación y la responsabilidad. Es un asunto bastante obsceno lo de trasladar al consumidor toda la responsabilidad cuando estamos hablando de una droga. Imaginen cómo sería eso en el caso de traficantes de cocaína admitiendo ante un juez que ellos recomiendan un consumo responsable y moderado de sus productos. ¿Qué es moderación? ¿Qué es consumo responsable? Nadie sabe qué es eso, ni siquiera quienes decidieron que esas frases se incluyeran en las botellas y en la publicidad de bebidas alcohólicas. La moderación no es una medida, la responsabilidad tampoco. El consumo frecuente de alcohol genera tolerancia y alguien imbuido de ella puede decir que chuparse siete cubatas el sábado es moderación porque la bebida le tarda en subir. La moderación y la responsabilidad no se pueden medir en un control de alcoholemia. No significan nada, y tanto la industria como la Unión Europea saben perfectamente que es así. Lo único que existe es el consumo de bajo riesgo, debidamente cuantificado en webs como las del Ministerio de Sanidad. Obsérvese que se habla de consumo de bajo riesgo, no de consumo exento de él. Ninguna cantidad de alcohol está exenta de riesgo, ninguna cantidad de alcohol es sana.

El manifiesto expone también unas líneas de acción prioritarias para reducir el impacto en la salud de las bebidas alcohólicas. Algunas de ellas están contempladas en el proyecto de ley que se está tramitando en el Congreso, pero el manifiesto va un poco más allá. Propone el etiquetado de las bebidas alcohólicas similar al del tabaco y una subida de impuestos muy necesaria a las bebidas alcohólicas consistente en un precio mínimo unitario y otro proporcional al grado alcohólico.

Creo que tanto la subida de impuestos como eliminar las llamadas a la moderación y la responsabilidad deberían estar en el proyecto de ley, así como una regulación más estricta de los lugares en donde se puede vender y consumir, pero estamos topando con un lobby muy poderoso en la UE y con normativas que no podemos eliminar desde España. No sé si el proyecto contará con apoyos suficientes para su aprobación, teniendo en cuenta cómo está distribuido el Parlamento, pero no me extrañaría que no pudiera salir adelante, dada la historia de amor inquebrantable que existe en este país entre las derechas y el bebercio y dada la gangrena que recorre España de punta a punta con el turismo y las reticencias a admitir que la principal fortaleza de esa industria aquí es el alcohol barato.

El consumo de alcohol genera muchos problemas. España es uno de los países de la Unión Europea donde más alcohol se consume. Al margen de los problemas de salud física que se derivan de ese exceso, hay muchos otros: violencia, accidentes de tráfico y de todo tipo, problemas de convivencia, problemas psiquiátricos. No somos un país excesivamente violento, pero seríamos menos violentos todavía si bebiéramos menos. Fijarnos solo en el número de fallecidos que se pueden atribuir de forma directa al consumo de alcohol es ofrecer una visión sesgada del asunto. No hace falta ser alcohólico para tener una relación problemática con la bebida. No hace falta tener una relación problemática con la bebida para vivir algún problema derivado del consumo de alcohol. Los efectos del exceso de su consumo no son individuales, el exceso de consumo corroe absolutamente todo a su alrededor. El alcohol debe tener el lugar que le corresponde legalmente junto al tabaco.

No soy una persona anti drogas. Conozco la sociedad en la que vivo y soy consciente de los inconvenientes y dolores que genera este sistema y de los atajos para mitigarlos. Soy consciente también de que no todo el que consume tendrá el problema que yo tuve. Soy partidario de legalizar todas las drogas, atendiendo a la peculiaridad de cada una, y regularlas estrictamente. Poder emborracharme a cualquier hora del día, en cualquier sitio y por poco más de diez euros, no es una regulación estricta. Ni tan siquiera el proyecto de ley es demasiado estricto. Ocurre que medidas como las que propone el proyecto encuentran reticencias en gente que cree que no tiene un problema. Bien, si no lo tienes, ¿qué más te da?




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